01

Ago

2025

Entrevista Caridad Ruesta

¿Cómo dejar la procrastinación? Estrategias que sí funcionan para estudiantes

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En la vida universitaria, postergar tareas es más común de lo que parece. El cansancio, la sobrecarga académica o la falta de organización, pueden hacer que dejes para mañana lo que debes hacer hoy.

Por Patricia Ruiz. 01 agosto, 2025. Publicado en Suplemento El Tiempo, el 27 de julio del 2025.

En esta entrevista, la psicóloga, Caridad Ruesta, responsable del Servicio Psicopedagógico de la Universidad de Piura, explica por qué los universitarios procrastinan; nos ayuda a comprender este fenómeno y nos brinda algunas recomendaciones útiles para afrontarlo.

¿Por qué tantos universitarios caen en la procrastinación, incluso cuando saben que les perjudica?

La procrastinación es común entre universitarios y responde a factores emocionales y cognitivos. Muchos evitan emociones negativas como ansiedad, miedo al fracaso o desmotivación. También influyen la mala gestión del tiempo y un entorno poco estructurado. Postergar se convierte en una forma de autorregulación emocional fallida: se posterga porque no se sabe cómo empezar.

¿Cuáles son las señales de alerta de que un estudiante está procrastinando de manera frecuente o perjudicial?

Algunas señales comunes son posponer tareas importantes por actividades irrelevantes (como salir de compras en vez de estudiar), entregar trabajos a última hora, acumular pendientes o tener dificultades para iniciar una tarea incluso con tiempo disponible. También, es frecuente que se presenten interrupciones constantes, pérdida de concentración, cansancio mental sin una causa clara, y una baja en el autoconcepto académico, expresada en frases como “no puedo” o “esto me queda grande”. Todo esto suele generar sentimientos de culpa y frustración por lo no hecho.

¿Qué mitos o creencias erróneas suelen tener quienes “esperan el momento perfecto” para estudiar?

La procrastinación académica sostiene muchos mitos o creencias erróneas, algunos de los que vemos muy a menudo en consulta son los siguientes:

  • “Trabajo mejor bajo presión”. Aunque parezca que se rinde más, lo cierto es que la calidad suele disminuir y el nivel de estrés aumenta. El resultado final rara vez es óptimo.
  • “Lo haré cuando tenga más tiempo”. El tiempo no se encuentra, se gestiona. Esperar a tenerlo es una forma encubierta de postergar.
  • “Es que no me siento motivado”. La motivación no siempre precede a la acción; muchas veces aparece después. Dar el primer paso es lo que impulsa a continuar.
  • “Todavía tengo tiempo”. Esta creencia lleva a subestimar lo que realmente toma una tarea. Cuanto más se aplaza, más crece la ansiedad, se reduce la eficiencia y baja la calidad del trabajo final.

Desde la psicopedagogía, ¿qué técnicas han demostrado ser más eficaces para dejar de postergar tareas académicas?

Una de las más útiles es dividir las tareas grandes en partes pequeñas, lo que permite avanzar paso a paso y mantener la motivación. También, es recomendable usar planificadores semanales o mensuales, que ayudan a visualizar y organizar mejor el tiempo disponible. La técnica de los 5 minutos es ideal para vencer la resistencia inicial: solo comenzar ya facilita seguir adelante. Además, el método Pomodoro mejora la concentración sostenida y previene el agotamiento mental, si alternas, tiempos de estudio con pausas breves y programadas.

¿Qué papel juega la organización del tiempo en la lucha contra la procrastinación?

Planificar y organizar el tiempo es clave para un buen rendimiento académico, pero hacer un horario no garantiza que se cumpla. Es necesario revisarlo y ajustarlo cada semana según la realidad de cada alumno. Un buen horario debe ser personal, realista, concreto, flexible y dinámico. Para elaborarlo, es útil apoyarse en herramientas como la Matriz de Eisenhower, que permite diferenciar entre lo urgente y lo importante, y en una lista de metas claras y tareas pendientes. En el fondo, lo más valioso es construir un sistema propio que equilibre la motivación, el tiempo y las emociones.

¿Cómo motivarse cuando no hay ganas o cuando el cansancio emocional o físico domina?

Cuando “no hay ganas”, lo peor que se puede hacer es esperar a que aparezcan, hay que dar el primer paso; crear las condiciones mínimas, recordar que la motivación viene después de la acción. Se recomienda usar un lenguaje interno positivo, porque guía la emoción y la conducta. También, favorecen las rutinas: estudiar siempre a la misma hora y en el mismo lugar.

En su experiencia, ¿qué estrategias simples podrían comenzar a aplicar los estudiantes que quieren romper ese ciclo?

Comenzar con 5 minutos, enfocarse en una tarea concreta, priorizar solo tres pendientes del día (por ejemplo, trabajar una sola cosa y concreta: leer 15 páginas, practicar 6 ejercicios, redactar la introducción del trabajo), bloquear distracciones digitales y, sobre todo, dar un pequeño primer paso. Cada avance cuenta.

¿El servicio psicopedagógico en la UDEP cómo acompaña a los alumnos que enfrentan estos desafíos?

Los acompaña en su proceso de adaptación a la vida universitaria, ofreciéndoles herramientas para fortalecer sus habilidades académicas y mejorar su desempeño integral.

Actualmente, desarrollamos tres líneas de apoyo:

  • Programa Adine (Atención a la Discapacidad y Necesidades Educativas). Promueve la inclusión académica, mediante un acompañamiento personalizado a estudiantes con alguna condición de discapacidad o necesidad educativa especial.
  • Programa Avanza. Está dirigido a alumnos con bajo rendimiento académico. Ofrece un acompañamiento integral que combina orientación psicopedagógica, apoyo en salud mental y mentoría entre pares.
  • Talleres y sesiones personalizadas. Brindan espacios prácticos para mejorar los hábitos de estudio, planificar mejor el tiempo y adquirir estrategias que favorezcan un aprendizaje más efectivo.

Además, organizamos talleres como el Bootcamp Focus U, donde trabajamos estas herramientas de forma práctica y cercana. Nuestro objetivo es que cada estudiante descubra su mejor forma de aprender.

 

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